Schopenhauer
Filosofía y Psicoanálisis
“El hombre puede hacer lo que quiere, pero no puede querer lo que quiere.”
¿Alguna vez has sentido que persigues una meta con desesperación y, en cuanto la consigues, la satisfacción se esfuma y es reemplazada por el aburrimiento? Pues ese es el mundo de Arthur Schopenhauer (1778- 1860), ejemplo paradigmático del pesimismo en la historia de la filosofía y del pensamiento occidental, padre intelectual del pesimismo moderno, verdadero antídoto contra la sonrisa falsa de Instagram.
Schopenhauer era un hombre solitario y melancólico, que amaba a su perro Atman y que sentía que el mundo era un lugar hostil. Su visión del mundo como un lugar inherentemente doloroso y sin sentido ha influido en generaciones de pensadores y artistas (Nietzsche, Freud, Einstein, Schrödinger, Pío Baroja, Unamuno, Wagner, Thomas Mann, Tolstoi, Borges o Kafka, por citar alguno de los más sobresalientes). Para él el sufrimiento no es un error del sistema, sino el sistema mismo.
Destaco tres elemento nucleares de su pensamiento:
- La Voluntad como motor
- La vida como un péndulo
- La insatisfacción de las relaciones humanas
1. La Voluntad es la fuerza que impulsa a los seres humanos pero esta Voluntad es inherentemente insatisfactoria y conduce al sufrimiento. Es la idea de que una fuerza ciega nos controla y que el universo no es racional; debajo de todo lo que vemos hay una fuerza ciega e irracional que solo quiere seguir existiendo. Nosotros creemos que somos conductores de nuestra vida pero en realidad somos marionetas movidas por esta Voluntad: somos esclavos de nuestros deseos. Esa Voluntad es la esencia del mundo, con independencia de la representación que nos hagamos de él: “Este mundo es el peor de los posibles (…) y, si fuera un poco peor, ya no podría mantenerse en pie”.
2. El mundo es un lugar de dolor y sufrimiento donde la vida es una lucha constante por la supervivencia y la felicidad ilusoria, una constante oscilación entre el dolor y el aburrimiento: “La vida oscila como un péndulo hacia atrás y hacia adelante entre el dolor y el aburrimiento.” El ciclo infernal que inevitablemente atrapa al ser humano es el siguiente:
- Deseo: nos falta algo, sentimos dolor.
- Satisfacción: lo conseguimos, sentimos placer momentáneo.
- Aburrimiento: sentimos vacío.
- Nuevo deseo: inicio del ciclo.
En consecuencia la felicidad duradera es imposible porque la Voluntad nunca se sacia.
3. Respecto a las relaciones con los demás, es conocida su alegoría de los puercoespines como metáfora sobre las relaciones humanas: si nos acercamos mucho nos pinchamos, y si nos alejamos tenemos frío. Necesitamos a los demás pero los demás nos hacen daño. La solución sería cierta cortesía en el trato, pero manteniendo siempre una distancia prudente: “Un hombre solo puede ser él mismo mientras está solo; si no ama la soledad, no amará la libertad; porque solo es libre cuando está solo”.
Partiendo de estas ideas es fácil imaginar que para Schopenhauer, la idea de mejorar el mundo humano en su conjunto es una mera ilusión. Lo que sí plantea son salidas momentáneas, algunos medios que sirven para enfrentar el sufrimiento:
- El arte, especialmente la música, como salida estética. Cuando contemplamos algo bello dejamos de desear, sería un sedante contra la Voluntad.
- La compasión, como salida ética, tras darnos cuenta de que todos somos parte de la misma Voluntad y que todos sufrimos por igual.
- Negar la voluntad e intentar alcanzar un estado de nirvana, similar al planteado por el budismo. Sería la renuncia voluntaria, la completa pérdida de la voluntad, algo así como la negación de la voluntad de vivir, la extinción del deseo.
La sombra vuelve siempre al mismo lugar. Dolor.